Autor

Tomado de Modesto Santos López en el Diccionario de la Real Academia de la Historia

Alonso Fernández de Madrid, El Arcediano de Alcor. Palencia, 1474 – 18.VIII.1559. Canónigo, traductor y escritor.

Biografía

Alonso Fernández de Madrid, conocido también como El Arcediano de Alcor, dignidad de la catedral palentina, nació en Palencia en 1474. Fue el segundo de los hijos de Pedro González de Madrid, tesorero de la Hermandad de los Reinos de Castilla, quien, poco después de la toma de Granada, trasladó su residencia a esta ciudad. Ello permitió a Alonso ingresar en el colegio fundado y dirigido por fray Hernando de Talavera, donde recibió las enseñanzas de ese insigne educador.

Se desconoce la fecha de su incorporación al cabildo catedralicio palentino. La primera referencia que hay de Alonso en las Actas capitulares tiene fecha de 27 de febrero de 1493, donde se constata la toma de posesión de la canonjía que deja vacante su tío, el tesorero Pedro de Sevilla.

Debido a sus dotes intelectuales, en 1501 aparece como testigo en los exámenes de algunos de los opositores a la cátedra del Estudio de Palencia. En 1504, el cabildo le comisionó para que “juntamente con el lic. Luis de la Puerta, canónigo y provisor, vea los libros que traían de Sevilla, de la herencia de don Diego Hurtado de Mendoza, y haga memorial a fin de que los que no sean para la librería se vendan”.

Desde esta fecha, Alonso de Madrid o Alonso Fernández de Madrid figura en la mayor parte de las comisiones que se constituyen en el seno del cabildo: para examinar libros heredados, realizar inventarios, formar parte de tribunales en selección de profesores y alumnos, según consta en los libros de Acuerdos Capitulares. A partir de 1506 se anota de forma invariable con el nombre de Alonso Fernández de Madrid.

Los rasgos que cabe resaltar del Arcediano son los de un hombre de profundas convicciones religiosas y a la vez un erasmista convencido: “un erasmista ejemplar”.

Dos testimonios ponen de manifiesto la religiosidad del Arcediano: el primero de ellos parte del mismo Erasmo, quien, en carta de 15 de marzo de 1528, le escribió que ya sabía del celo con que promovía la piedad cristiana, que él admiraba, y sabía que lo hacía entonces y lo haría siempre, pues obraba por convicción.

Otro testimonio es el de Antonio Horcala, canónigo de Ávila, que en calidad de catedrático vivió algún tiempo en Palencia, donde conoció y trató al Arcediano. Horcala escribe de él: “La semilla de las virtudes que sembró [fray Hernando de Talavera] en el alma del niño, germinaron con el riego de la piedad y crecieron mezcladas con las flores de la erudición y la gracia [...]. Hombre verdaderamente extraordinario, supo juntar la amistad y cortesía con la gravedad y pureza de su estado sacerdotal”.

Alonso Fernández de Madrid murió en la ciudad de Palencia el 18 de agosto de 1559, después de haber servido en la catedral del Carrión durante más de sesenta años.

La actividad intelectual de Alonso Fernández de Madrid tiene dos facetas, una como traductor del Enquiridion Militis Cristiani de Erasmo de Rotterdam y de la Doctrina y amonestación caritativa del obispo de Calahorra, Juan Bernal Díaz de Luco; otra, como autor de la Silva Palentina y de una Vida de Fray Hernando de Talavera. Según parece, también es suyo un escrito titulado Capítulo que dejó escrito Alonso Fernández de Madrid de la fundación de la Chancillería de Valladolid y los presidentes que ha habido desde su creación. Se le atribuye también un libro titulado Memorial de los tiempos, cuyo paradero se desconoce.

El canónigo palentino captó el mensaje de Erasmo y por ello quiso difundirlo tomando como reto la traducción del Enquiridion o Manual del Caballero Cristiano.

El gran mérito de la traducción del Arcediano está en haber logrado transmitir las inquietudes renovadoras de Erasmo, puliendo todos aquellos pasajes que pudiesen ser causa de polémica.

De la labor de traductor era consciente el Arcediano cuando en la “Exhortación” al lector, basándose en la autoridad de san Jerónimo, explica que “quando se traduce algún libro de una lengua en otra, no se requiere, ni sería tolerable, que sea por las mesmas palabras, ni aun por las mesmas formas y modos de decir, pues estos es notorio que en una lengua tienen mucha gracia y en otra no viene bien, antes son cosa desabbrida”.

Continúa el Arcediano manifestando cuál es el propósito de su traducción: “[ha] de ser, pues, su intento del intérprete, declarar bien el sentido por más o menos palabras, o mudando una manera de decir en otra, o por rodeos, o también por sumas”. La traducción del Enquiridion hecha por el Arcediano, con palabras de Dámaso Alonso, excede los límites de una traducción y adquiere el carácter de “glosa interpretativa”.

El Arcediano, a principios de 1525, ya tenía dispuesta la traducción al español del Enquiridion; sin embargo, fue en el verano de 1526 cuando vio la luz en Alcalá, de la mano del impresor Miguel Eguía. Una nueva edición apareció en 1527, llegando a publicarse tres ediciones en 1528: Alcalá, Valencia y Zaragoza.

El éxito de esta obra no tiene precedentes. El mismo Erasmo fue informado de este acontecimiento desde Burgos: “Ya el Enquiridion ha salido en español, y con tener muchos millares de ejemplares impresos, no logran los impresores contener a la muchedumbre de los compradores”. El mismo Luis Vives se hizo eco en carta a Erasmo de la trascendencia que había tenido la traducción del Enquiridion en español: “Nunquam meliorem habui spem futurum ut Hispania nostra cognoscat et inteligat”.

La valentía de traducir a Erasmo fue reconocida por los erasmistas españoles, que no dudaron en animar al Arcediano para que le escribiera, a fin de ser incluido entre sus amigos. La primera carta tiene fecha de 27 de septiembre de 1527, y la segunda de 10 de octubre del mismo año. La suerte no acompañó al Arcediano y la respuesta de sus cartas no sólo no llegó sino que, teniendo como huésped en su casa de Palencia a Luis Coronel, secretario del inquisidor general, éste recibió una carta de Erasmo en la que el Arcediano puede verse aludido. Dice Erasmo a Coronel: “Los que traducen mis libros al español no sé si lo hacen por amor de mí; lo cierto es que me granjean mucho odio”. Alonso Fernández se sintió ofendido por el perjuicio que para Erasmo había ocasionado su traducción del Enquiridion, y en una tercera carta al holandés reivindicaba los méritos de su trabajo: “Hasta hoy no ví ningún libro tuyo traducido al español, a no ser el Enquiridion Militis Christiani, traducido por mí, según dicen todos, harto felizmente. El cual salió con tanto amor y aprobación de tu nombre, y más con tanta utilidad del público cristiano, que no hay libro más universalmente manoseado. En la corte del Emperador, en las ciudades, en las iglesias, en los conventos, hasta en las posadas y en los caminos, apenas hay quien no tenga el Enquiridion de Erasmo en español”.

Erasmo le contestó el 15 de marzo de 1528 agradeciéndole su labor, no tanto por dar a conocer su nombre como por favorecer la piedad; es curioso observar en la respuesta cómo Erasmo no había echado en olvido la advertencia que le hacía el palentino sobre la confesión oral.

La faceta de escritor quedó plasmada en la extensa obra del Arcediano de Alcor que se conoce con el nombre de Silva Palentina, aunque el verdadero título sea Copilación o catálogo de los obispos que por escrituras antiguas hallamos haber preçibido en la iglesia de Palencia con algunas concurrencias notables, que en tiempo de cada uno acaecieron; Compilóle Alonso Fernández de Madrid, Arcediano del Alcor y canónigo en la misma iglesia y dirigióle a los muy magníficos y reverendos señores deán y Cabildo de ella. La cual (añade el manuscrito de Loyola) podemos llamar Silva de cosas memorables.

A partir de este manuscrito quedó consagrado el nombre de Silva Palentina. Partiendo de su título originario, la Silva no es una historia en el sentido académico del término, ni una narración lógicamente estructurada, sino el relato de un conjunto de hechos que, sin un entramado lógico que los armonice, sucedieron durante el mandato de cada uno de los prelados que ocuparon la sede episcopal palentina.

En la Vida de Fray Hernando de Talavera resalta su discípulo las cualidades de aquel maestro que tanto había marcado su juventud y le da ocasión, por contraste, para censurar los excesos y abusos que se producen en los ámbitos eclesiásticos y que tanta irritación producían en el Arcediano.

Obra

Erasmo de Rotterdam, Inquiridon o Manual del Caballero Cristiano, trad. de ~, Alcalá, Miguel Eguía, 1526, 1527 y 1528 (Valencia, 1528; Zaragoza, 1528; Lisboa, 1541; Sevilla, 1550; Amberes, 1555; ed. de D. Alonso, pról. de M. Bataillon, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1971; ed., est. prelim. y notas de A. Herrán Santiago y M. Santos López, Valladolid, Universidad, Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico, 1998); J. Bernal Díaz de Luco, Doctrina y amonestación cristiana, trad. de ~, Estella, Guill. de Millis, 1547; Correspondencia entre ~ y Erasmo: “From Alonso Fernández (Palantiae, Idus Novembr. 1527)” y “To Alfonso Fernández (Basileae, Idi. Mart. 1528)”, en Ps. Allen y H. M. Allen (eds.), Opus epistolarum. Des. Erasmo Roterodami, t. VII (Ep.), [Oxoniae (London), Clarendon Press], 1904, págs. 243-245 y págs. 356-357, respect.; Silva Palentina, s. f. [ms. en el Archivo Capitular de Palencia; Real Academia de la Historia, sign. 9-5592, 9-533 y 9-1132; Biblioteca Nacional de España, sign. 1922; Biblioteca de la Universidad de Salamanca, sign. 355 y 2.493; Biblioteca Menéndez y Pelayo, sign. 546; y Biblioteca de El Escorial y Biblioteca Loyola; ed. de M. Vielva Ramos, Palencia, Diputación Provincial, 1932 (incluye “Vida de Fray Hernando de Talavera”, t. II, págs. 1-66); ed. de J. San Martín Payo, Palencia, Diputación Provincial, 1987].

Bibliografía

Archivo Histórico de la Catedral de Palencia, Actas Capitulares (años 1496-1515).

N. Antonio, Biblioteca Hispana Nova, t. I, Madrid, Joaquín Ibarra, 1783, pág. 23; M. Bataillon, Erasmo y España, México, Fondo de Cultura Económica, 1950; J. Simón Diaz, Bibliografía de la Literatura hispánica, t. X, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Miguel de Cervantes de Filología Hispánica, 1959, pág. 138; M. Carrión Gutiérrez, El “erasmismo” de la Silva Palentina un “erasmismo” ejemplar, discurso de recepción en la Institución Tello Téllez de Meneses, Palencia, Diputación Provincial, 1961 (col. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, n.º 24), págs. 75-94; J. Galán, “Fernández de Madrid, Alonso”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 919; L. A. Arroyo Rodríguez, “Sobre la familia de Alonso Fernández de Madrid, Arcediano del Alcor”, en VV. AA., Actas del I Congreso de Historia de Palencia, t. IV, Palencia, Diputación Provincial, 1987, págs. 185-193; Alonso Fernández de Madrid, Arcediano de Alcor y la Silva Palentina, tesis doctoral, Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma, 1990 (Palencia, Institución Tello Téllez de Meneses, 1993); N. Castrillo Benito, “El Enchiridion de Erasmo en la traducción del palentino Alonso Fernández de Madrid, Arcediano del Alcor”, y M. Santos, “La revolución intelectual palentina a principios del siglo xvi, Palencia en Erasmo y el erasmismo en Palencia”, en M.ª V. Calleja Fernández (coord.), Actas del II Congreso de Historia de Palencia, Palencia, Diputación Provincial, 1990, t. IV y t. V, págs. 567-579 y págs. 645-656, respect.