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Autor

Tomado de Ángel Rodríguez Rebollo en el Diccionario de la Real Academia de la Historia

Matías de Torres. Aguilar de Campoo (Palencia), 11.III.1635 – Madrid, 1711. Pintor.

Biografía

Matías de Torres nace en la villa de Aguilar de Campoo (Palencia) en 1635. En 1646 se traslada a Madrid para recibir los rudimentos de la pintura con su tío Tomás Torrino, un “pintor de poco mérito que le ensenó lo que sabía” según palabras de Ceán Bermúdez. Su verdadera educación artística va ligada a Francisco Herrera el Mozo (1622-1685) del que recibe algunas lecciones y al que copia y estudia. Su primera obra conocida, la Erección de la Cruz (Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1668), atestigua este vínculo en el empleo de la luz, la factura deshecha del pincel o las siluetas de las figuras recortadas sobre el fondo de la composición. También refleja el empleo de modelos rubenianos, tomados seguramente de estampas.

En 1671 participa en las decoraciones efímeras realizadas en Madrid con motivo de la canonización de Santa Rosa de Lima, y entre 1679 y 1680 en las tramoyas erigidas en la capital con motivo de la entrada en la Corte de María Luisa de Orleans, la primera esposa de Carlos II. Para estas últimas ejecuta un total de dieciocho pinturas bajo la dirección de Claudio Coello destinadas al Arco de la Puerta del Sol. Aunque hay que dar por perdidas todas estas obras efímeras, se conservan varios dibujos y grabados que permiten conocerlas con cierto detalle; así, en la Biblioteca Nacional se guarda un grabado que representa una vista de conjunto del Arco de la Puerta del Sol.

Paralelamente a estos encargos, Matías de Torres trabaja junto a José Jiménez Donoso, de nuevo bajo la dirección de Coello, en las decoraciones al fresco del Cuarto de la Reina del Alcázar de Madrid destinadas a albergar a la nueva soberana. Según relatan Palomino y Ceán, también pinta, esta vez al temple, la capilla y el camarín de la Iglesia de los Capuchinos de Madrid. Desgraciadamente ninguna de estas decoraciones ha pervivido hasta hoy.

Junto al género religioso, el artista cultiva el retrato, las escenas de batallas y las perspectivas. Del primero sólo se ha conservado el retrato de Sor Margarita de la Cruz, pintado para el alcázar de Madrid según se desprende de los inventarios reales conservados en el Archivo General de Palacio. En relación a los otros dos géneros, los últimos estudios sobre el pintor han sacado a la luz una serie de obras que se han vinculado a su corpus artístico. Así, se dan como suyas Batalla entre hebreos y cananeos de la Universidad de Zaragoza, hasta ahora atribuida a Antonio Van de Pere, y Combate bíblico de la Academia de San Fernando.

Estas dos pinturas cubren un campo del que sólo quedaba constancia documental, pues hasta la fecha sólo se tenía noticia de dos batallas mencionadas en el inventario de bienes de Antonio de Lamas redactado en 1762. También se han adscrito a su catálogo sendas perspectivas de una colección particular que representan Hallazgo de Moisés y Matanza de los inocentes. Estas dos últimas pinturas, de ser efectivamente suyas, lo vincularían con el otro gran pintor de perspectivas del momento, Francisco Gutiérrez (c.

1616-c. 1670).

Otra faceta a la que apenas se ha aludido dentro su trayectoria profesional es la de tasador de colecciones de pintura. Así, en 1655 tasa la de Pedro García Matalón; en 1667 la del platero Antonio de Paredes; en 1674 la de Jerónimo de Cuellar, secretario de Cámara de Carlos II y del Consejo de Castilla; y en 1709 la de Juan Rodríguez, “maestro de obra prima”.

Pese a su éxito inicial, los últimos años de vida del pintor transcurren entre penurias económicas, sobre todo tras el fallecimiento de su hijo Gabriel, que le había asistido en el taller. Muere de extrema pobreza en 1711, siendo enterrado de limosna en la parroquia de San Luis.

Es característico de su estilo el gusto por los formatos pequeños, con figuras menudas y donde prima la sobriedad y la delicadeza de la gama cromática. Dentro de éste, se distinguen dos etapas más o menos diferenciadas. La primera comprende hasta mediados de la década de 1670, y se caracteriza por el empleo de fuertes contraluces en los primeros planos en contraste con los planos posteriores, donde las figuras aparecen muy diluidas hasta el punto de hacerse imperceptibles en algunos casos. La segunda etapa refleja la influencia de Claudio Coello. A partir de entonces cuida más el dibujo en sus personajes, delimita con mayor precisión los contornos y evita los grandes contraluces. Buen ejemplo de ello es el lienzo de San Jerónimo y Santa Paula adorando al Niño Jesús de la Academia de San Fernando.

Obra

Erección de la Cruz, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 1668; San Mateo, comercio madrileño; Cristo camino del calvario, colección particular, Madrid, 1660-1680; San Lucas, comercio madrileño; retrato de Sor Magarita de la Cruz, Museo Nacional del Prado, Madrid, 1680-1686; Retablo de la Trinidad, Iglesia de la Trinidad, Atienza (Guadalajara), 1668-1670; San José, Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid, 1696; San Matías adorado por el emperador Carlos V, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid; Presentación de Cristo en el templo, Hermitage, San Petersburgo, 1697; Cristo entre los doctores, Academia, Viena; Presentación del Niño en el Templo, Museo de Bellas Artes, Varsovia; Guirnalda con San Joaquín y Santa Ana, colección particular; Éxtasis de San Francisco de Paula, Museo Nacional de Escultura, Valladolid; Batalla entre hebreos y cananeos, Universidad (depósito del Museo Nacional del Prado), Zaragoza; Combate bíblico, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid; Hallazgo de Moisés, colección particular, Madrid; Matanza de los inocentes, colección particular, Madrid; San Jerónimo y Santa Paula adorando al Niño Jesús, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Bibliografía

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