Torío Herrero, Torcuato

Cursó sus primeros estudios en Carrión de los Condes donde habían residido sus abuelos paternos. En vista de su buena disposición, su tío Pedro de la Riva le acogió en su residencia de Valladolid donde estudió Filosofía, Teología y Jurisprudencia. Aprovechó para copiar y transcribir documentos antiguos bajo la tutela del notable erudito montañés Rafael Floranes, quien además le orientó en estudios de Historia, Diplomática y Paleografía. A los 20 años llegó a Madrid en comisión de servicios y aprovechó para perfeccionar la caligrafía con los padres escolapios que dedicaban especial atención a ese tema. Antes de regresar a Valladolid, se casó con Josefa Torres, sobrina de un fiscal del Consejo, pero que, paradójicamente, nunca supo escribir. En la ciudad del Pisuerga se dedicó a reproducir privilegios y ejecutorias de la Chancillería, a la vez que impartía clases de escritura.

A finales del 1782 se establece en Madrid gracias a la protección que obtiene del Conde de Altamira que, a cambio de ordenar su archivo (hasta 1806) y de dar clases a su primogénito, posibilita la publicación de su primera obra en 1783. Durante estos años aprendió francés, italiano, inglés y matemáticas en la Academia de San Fernando.

De forma sucesiva Torío va siendo nombrado revisor y lector de letras antiguas (1786); escritor de privilegios del Consejo y Cámara de Castilla (1802); escritor de privilegios del Consejo y Cámara de Indias (1803); vocal de la Junta Central de Primera Enseñanza y examinador de Maestros de Primeras Letras (1806) y revisor de firmas y letras sospechosas (1807). Además pertenecía a la Sociedad Económica Matritense. Finalizada la Guerra de la Independencia (durante la que tuvo de huir de Madrid según lo dictaban las etapas más delicadas) y restablecido en el trono Fernando VII, fue nombrado en 1814, oficial segundo del archivo de la Secretaría de estado y del Despacho de la Guerra en el Departamento de Indias, obteniendo los honores de oficial archivero en 1819, año en el que fallece.