Rodríguez de Cossío y Barreda, Francisco

Licenciado en Leyes, fue fiscal del tribunal de la Inquisición de Logroño. En 1672 fue nombrado inquisidor de Mallorca, donde sustituyó a Baltasar Miguel de Prado. En 1673 dictó numerosas condenas contra esclavos musulmanes por practicar la fe de Mahoma. En 1675, el inquisidor general nombró también inquisidor al fiscal Joan Baptista Desbach y Martorell, que compartió el cargo con él. Desde comienzos del siglo XVI el tribunal de Mallorca sólo había tenido un inquisidor; a partir de 1675 tendría dos y su actividad estaría fundamentalmente dirigida a combatir el criptojudaismo de los xuetas. La Suprema puso en Mallorca los medios humanos necesarios para reiniciar la persecución de las familias xuetas. Durante su mandato sacó al tribunal de la Inquisición de casi siglo y medio de inactividad y protagonizó una nueva gran persecución antixueta. En 1675 se celebró un auto de fe en el que fueron condenados varios judaizantes no mallorquines, entre los que un madrileño fue quemado vivo. Durante los tres primeros años de estancia en la isla se dedicó a preparar el sonado auto de fe de 1675. En 1677 fue ascendido a inquisidor del tribunal de Valencia, pero pospuso su toma de posesión para aclarar la culpabilidad de los xuetas masivamente arrestados en 1678. Protagonizó otros espectaculares cinco autos de fe en 1679, en los que fueron condenados 221 xuetas por el delito de judaizar y se incautaron de sus principales patrimonios. El capital secuestrado debió de ser sustancioso, ya que en un memorial dirigido al rey, el conde de Montenegro afirmaba que estas confiscaciones amenazaban seriamente el futuro del comercio de Mallorca. Su salario como inquisidor era de 400 ducados anuales. En 1680, la Suprema le destituyó de su cargo ante las acusaciones de corrupción, abusos, fraudes económicos, sobornos continuos y vida licenciosa.