Plaza Santiago, Francisco Javier (de la)

Comenzó a ejercer como catedrático de Arte en la Universidad de Murcia en la década de los 70. Se trasladó a la de Valladolid a finales de dicha década cuando a la cátedra de Historia del Arte, se añade la Historia y Estética del Cine que, a rebufo de la SEMINCI (1956), se había fundado en 1962, siendo la primera de Europa (solamente existía, desde hacía tres años, la de Pisa). En el año 1982 Francisco Javier fue nombrado director de dicha cátedra, que, junto a la de Historia del Arte, impartió hasta su jubilación en el año 2008, promoviendo cursillos, cursos internacionales de verano, sesiones de cine fórum; publicación de revistas especializadas, ensayo sobre el cine, etc..

No se prodigó en publicaciones propias, pero animó, inspiró y dirigió muchas de las realizadas por sus numerosísimos y apasionados alumnos con los que siempre adoptó una postura de igualdad e interés. De entre las más importantes de las suyas cabe mencionar: por su interés y originalidad, las Investigaciones sobre el Palacio Real Nuevo de Madrid, con el que el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid dio a conocer en 1975, su trabajo de 466 páginas, solamente equiparable al que se había realizado sobre el Monasterio del Escorial. Con el profesor Juan José Martín González, realizó la 2ª parte del Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid, tomo XIV que trataba sobre Conventos y Seminarios, editado por la Diputación en 1987. Se encargó también del tomo VII de la Historia del Arte de Castilla y León con el título, Del neoclasicismo al modernismo; ed. Ámbito, 1994.

Su maestría y conocimientos fueron reconocidos por las Instituciones con el nombramiento de académico de la de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y de Bellas Artes de la Purísima Concepción (Valladolid); también actuó como asesor cultural de la Diputación de Valladolid.  Sin embargo, su generosidad le llevaba a colaborar con entidades, asociaciones y personas que demandaban su ayuda y valiosa colaboración. Tal era su participación en los concursos de pintura en los que solía presidir los jurados nombrados al efecto. Así actuó, mientras pudo y por ejemplo, en los convocados anualmente por ACOR o en los que, en años alternos, promovía la FUNDACIÓN “Díaz Caneja”. Muchas más fueron las contribuciones culturales que por toda España realizó con sus disertaciones sobre el arte y el cine…

La implacable ceguera, que le fue obstruyendo la vista en sus últimos años, finalizó su fecunda vida de estudio y disfrute del arte con un progresivo “fundido en negro”, como en tantas películas que visionó y analizó con suprema maestría y deleite.