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Tomado de Juan Riera Palmero en el Diccionario de la Real Academia de la Historia
Tomado de Juan Riera Palmero en el Diccionario de la Real Academia de la Historia
Matías Nieto y Serrano. Marqués de Guadalerzas (I). Doctor Resano. Palencia, 24.II.1813 – Madrid, 3.VII.1902. Médico, filósofo, senador.
Las noticias biográficas que sobre Matías Nieto y Serrano han llegado son bastante pormenorizadas: nacido en Palencia el 24 de febrero de 1813, su existencia histórica se prolongó hasta 1902, año en que murió en Madrid. Estudió primero en el Colegio de San Isidro, al trasladarse su padre a la capital del reino, y posteriormente cursó Medicina en el de San Carlos. Conoció, entre otros, al doctor Argumosa y a los profesores Sebastián Aso y Travieso y Asuero y Cortázar, Tomás Santero y Moreno, Tomás Corral y Oña, cuyas afinidades ideológicas, especialmente con Corral y Oña, eran ciertamente significativas. En compañía de Mariano Delgras y Francisco Méndez Álvaro, creó el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia en 1834, periódico médico que prolongó su existencia hasta la aparición de El Siglo Médico en 1854. De este famoso periódico fueron directores tanto Nieto como los anteriormente citados; se debe asimismo subrayar que Nieto y Serrano fue director-propietario de la Gaceta Médica, desde 1845 hasta su fusión con El Siglo Médico.
De estos años datan sus primeros trabajos y contactos con los supuestos filósofos, que aplicó en la elaboración de su sistema médico o “ciencia viviente”, de raigambre claramente romántico-especulativa. Sus amistades, así como sus relaciones científicas y profesionales, incluyen por estos años un buen elenco de médicos madrileños, desde Mosácula y Cándido Calleja, hasta Joaquín Hisern y Molleras, Castelló, Alonso y Rubio y los condiscípulos anteriormente citados del Colegio de Cirugía de San Carlos. De todos ellos, el influjo y las afinidades doctrinales, con relación a la medicina romántica, parecen más acusados con Tomás Corral y Oña. De este modo, el 13 de diciembre de 1836, Nieto y Serrano se inscribió como socio del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Es una época en que parece haberse interesado por cuestiones filosóficas; así, en 1838, ingresó en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Madrid con un discurso en el que expuso su “credo filosófico”. La autobiografía que ha dejado Nieto depara noticias muy interesantes sobre inquietudes filosóficas, que le llevaron a leer y familiarizarse con el ecléctico Coussin, la obra de Kant y de Renouvier, así como a interesarse por los ensayos terapéuticos con la electricidad y la medicina romántica alemana.
La labor científica de Nieto y Serrano fue dilatadísima, abarcando más de medio siglo de publicista, aunque sus múltiples papeles médico-filosóficos distan, por su naturaleza especulativa, de contener el mínimo interés experimental, ausente por completo en su obra. Así, por ejemplo, de clara filiación romántica fue su discurso en la Real Academia de Medicina en 1853, y también su intervención en la llamada “polémica hipocrática”, que mantuvo dividida dicha institución entre positivistas-materialistas y espiritualistas-vitalistas- románticos; en la primera militó el catalán Pedro Mata y Fontanet, contra quien polemizaron en nombre de un vitalismo de cuño romántico, no sólo Matías Santero y Moreno, sino también José Calvo y Martín, Francisco Alonso Rubio y Juan Drumen y Millet, entre otros. La polémica en sí, más que una pugna a favor o en contra de Hipócrates, era un claro enfrentamiento entre vitalismo-romanticismo y positivismo- materialismo.
La situación histórica de Matías Nieto y Serrano, su dilatada existencia y los cargos que ocupó en la Real Academia de Medicina de Madrid, alcanzando la presidencia, así como su calidad de codirector y copropietario de El Siglo Médico, le procuraron afinidades, discípulos y seguidores, así como polemistas y contradictores. Sobre la vinculación de Nieto con la filosofía alemana, se conoce su contacto personal con Ulesperger y su relación con la Sociedad Médica de Dresde.
Los influjos de la filosofía alemana en la obra de Nieto son notorios, incluso los confiesa sobradamente su autor. El mayor influjo lo recibió de Renouvier, de quien dice: “Tengo cariño a Renouvier, como lo tiene la criatura a la nodriza que le ha amamantado en su seno natural”, y en otra ocasión refiere: “Conozco a este filósofo, Renouvier por sus Manuales de Historia de la Filosofía antigua y moderna, y por sus Ensayos de crítica general, y en todos sus escritos no he podido menos de reconocer una profundidad poco común de criterio filosófico”. Algunos colegas de Nieto se refirieron a la vinculación del pensamiento médico-filosófico de Nieto y Serrano. Así, Ramón Atienza afirma que la doctrina de Nieto no es sino el resultado de aplicar “las doctrinas alemanas de Kant, Fichte, Schelling, etc., a nuestra ciencia médica”. Otros coetáneos, como Castellvi y Pallarés, sugieren que “el señor Nieto Serrano, describe así la naturaleza tomando algo al parecer de la filosofía de lo absoluto”. A veces es el mismo Nieto quien quiere rectificar al mismísimo Hegel, así cuando escribe: “La vida trabaja incesantemente a través de los siglos para darse a conocer, como dice Hegel refiriéndose al espíritu sustancial del universo, con la sola diferencia de que tal espíritu sustancial del universo, con la sola diferencia de que tal espíritu no es lo absoluto, primero abstracto y luego concreto, sino el espíritu viviente”.
El sistema médico-filosófico de Nieto y Serrano despertó aceptación y seguidores entre un significativo grupo de médicos madrileños. Es evidente que junto a Nieto defendieron tesis semejantes, entre otros, sus coetáneos y secuaces José Garófalo y Sánchez, José de Letamendi, Francisco Romero y Blanco, Eduardo Sánchez Rubio y José Varela de Montes; asimismo, Tomás Corral y Oña parece haber ejercido influjo directo sobre Nieto y Serrano. Éste sería, junto a los vitalistas de la Real Academia de Medicina de Madrid, el testimonio de la pervivencia en los años centrales del siglo XIX de unas concepciones médicas románticas en España.
Por el contrario los ataques le vinieron a Nieto desde el positivismo catalán, especialmente de Pedro Mata y Fontanet y Ramón Turro y Darder. Mata, convertido en detractor del vitalismo, mantuvo una enconada polémica, y su actitud queda bien reflejada en estas palabras: “Cree usted [Nieto] que la filosofía alemana, la hueca y ampulosa filosofía del yo es el dernier mot de la ciencia, la que está más cerca, la que ocupa la meta del templo de Minerva, y que yo he desconocido al publicar mi libro”.
La trayectoria ideológica de Nieto y Serrano proseguirá afianzándose, siempre en la línea de un pensamiento médico claramente romántico, con otros tantos escritos; así, por ejemplo, en el volumen Ensayo de Medicina General, o sea de Filosofía Médica (Madrid, 1860) reitera anteriores supuestos. De esta obra años más tarde dirá el propio autor: “Quien se tome la molestia de repasar mi libro Medicina General, verá, si ha leído Renouvier, que está fundamentada en la doctrina de este autor [...]. Así es como yo me atrevo a confeccionar mi farmacia intelectual, un ingrediente, que aconsejo como médico a los enfermos de la función de razonar, utilizando para este fin los dos pies, extremos correlativos armonizados entre sí: Hegel y Renouvier”. La filiación especulativa y su intento de aplicar la filosofía como médico científico para el conocimiento médico son bien explícitos en las palabras anteriormente transcritas. Prosecución de este deliberado propósito de Matías Nieto y Serrano, de aunar la especulación romántica de corte idealista y el vitalismo médico, lo constituye uno de sus libros más representativos; se trata del titulado Bosquejo de la ciencia viviente. Ensayo de Enciclopedia Filosófica. Parte primera, prolegómenos de la Ciencia (Madrid, 1867). Para Nieto la “ciencia viviente” es el resultado hegeliano de establecer la síntesis entre la tesis, materia y espíritu, antítesis, pretendiendo conceder a su método filosófico primacía universal. Cuanto, llevase dicho queda plenamente confirmado cuando el lector se adentra en la lectura del citado volumen. La ciencia viviente, en efecto, es el resultado de conjugar, aunándolos, dos supuestos plenamente románticos: el método especulativo del idealismo alemán y el vitalismo ochocentista. Con ello pretende Nieto, partiendo de la más irreflexiva especulación apriorística, tal como los Naturphilosophen, extraer los más certeros resultados válidos para la realidad médica y biológica.
Enorme alcance tiene para confirmar esta tesis, es decir, la vinculación ideológica de Nieto y Serrano con el movimiento especulativo filosófico-natural alemán, el libro cuyo título denuncia su progenie intelectual: La naturaleza, el espíritu y el hombre. Programa de enciclopedia filosófica (Madrid, 1877). En dicho opúsculo se aborda, bajo el título Filosofía de la naturaleza, la evolución del mundo natural desde sus peldaños más inferiores hasta el espíritu. De este modo, Nieto concibe la naturaleza in fieri como algo procesal, poseída por un dinamismo interno ascendente que evoluciona desde los grados mínimos hasta el hombre y el espíritu. Nieto no se detiene en el hombre, sino que partiendo de los estratos más elementales, es decir, la materia inanimada, va ascendiendo en la escala natural, y al llegar al ser humano le transciende, queriendo obtener de sus especulaciones leyes válidas que rijan la sociedad, el estado y la religión.
No sólo en el bosquejo, sino en su obra Filosofía de la Naturaleza (Madrid, 1884) pretende elaborar un sistema médico-filosófico que investigue “los fundamentos, no de la ciencia, sino de las ciencias”. Por ello afirma que su “sistema viviente se acredite a mi ver [de Nieto] por la Historia de la Filosofía en toda su extensión y en cualquiera de sus naturales períodos. Limitémonos a uno de éstos, el más próximo a nuestros tiempos. Sistema parcial con pretensiones universales fue el establecido por Kant, desechando todos los dogmatismos fundados en tesis absolutas, y proclamando la crítica sobre las bases de la distinción del sujeto y el objeto. Otro sistema es el sostenido por Fichte, Schelling y Hegel y demás panteístas, consignando en mayor o menor grado la identidad de las dos tesis antagónicas del criticismo kantiano. Otro sistema es el expuesto por Renouvier, restaurando y animando con un nuevo espíritu la ciencia de Kant [...]. Pero con más motivo será sistema el que alcance a reunir el dualismo de Kant con el unitarismo de Hegel, y el sustancialismo de antes con el fenomenalismo de Renouvier”. Este sistema que pretende instaurar no es sino el de la “síntesis viviente” como afirma Nieto y Serrano, sistema en el que se aúnan materia y espíritu en la síntesis vital.
La obra en sí, Filosofía de la Naturaleza, cuyo título no hace sino recordar los supuestos filosófico-naturales del pensamiento médico y biológico de Nieto y Serrano. Pese a que se publicó en 1884, fue redactada tres lustros antes por el autor. En esta obra, Nieto pretende abarcar bajo la desaforada especulación, aspectos tan amplios que van desde la realidad físico-química a la biológica. Así, tras definir los límites de la ciencia y del conocimiento científico, expone, fiel a los postulados románticos, su “Idea de naturaleza”. Sus incursiones en las disciplinas científicas como física y química biológica, no son sino reflexiones especulativas que pretenden enunciar leyes universales del conocimiento humano. Los conceptos de “elemento”, fuerzas vitales, leyes, etc., son todo el andamiaje teorético que empapa por entero el escrito de Nieto.
De su credo vitalista da buen testimonio el opúsculo Diversas categorías de fuerzas (Madrid, 1886), en el que se estudian tales conceptos bajo los esquemas del vitalismo romántico. Semejantes conclusiones doctrinales se desprenden de sendos trabajos del mismo autor, como la Biología del pensamiento (Madrid, 1891) y el Simbolismo geométrico de la vida (Madrid, 1894). En ambos, sigue mostrando su vinculación al credo vitalista, aunque en el último ensayo utilice el “símbolo”, tan familiar a los románticos alemanes, para expresar mediante esquemas geométricos los postulados vitalistas de su pensamiento médico-filosófico. A partir de un auténtico laberinto de “símbolos” y “analogías”, rasgo que le acerca a los Naturphilosophen, teje Nieto un aberrante sistema claramente irracionalista de leyes, conceptos bajo los cuales desaparece toda apariencia de lo real, adentrándose sin la menor reflexión crítica en el puro idealismo subjetivo.
De carácter erudito puede calificarse su intento de redactar un compendio de Historia de los sistemas filosóficos (Madrid, 1897-1898, 2 vols.), que Nieto elaboró tomando como materiales previos los estudios de la filosofía alemana. Destaca la importancia que concede a Kant, Hegel y Renouvier. Por las mismas fechas, y pocos años antes de su muerte, dio a las prensas sus últimos ensayos, así, un Discurso sobre las especialidades filosóficas (Madrid, 1898), al que continuaron tres volúmenes bajo el título Filosofía y Fisiología comparadas en su historia con el criterio de la ciencia viviente (Madrid, 1899-1900). En éste, uno de sus últimos escritos, Nieto reitera sus anteriores concepciones médico-filosóficas, afirmando que su sistema, “ciencia viviente”, tiene una validez universal para el conocimiento humano, desde la materia inorgánica hasta la vida y el espíritu. Fragmentada la obra en 54 conferencias o capítulos, pretende someter, bajo la pauta del “sistema viviente”, el pensamiento antiguo y medieval, la filosofía racionalista moderna, los emporistas ingleses del siglo XVIII, finalizando con Kant, Fichte, Schelling y Hegel, concediendo especialísimo predicamento a la filosofía de Renouvier. No hace falta ponderar que Nieto y Serrano no alcanza a profundizar suficientemente en las premisas que enuncia, y que su conocimiento de la filosofía alemana es mucho más superficial de lo que afirma. No se le puede considerar original en ningún punto, siendo sus logros los que corresponderían a un divulgador o secuaz del pensamiento romántico de los Naturphilosophen. Es quizá aquí donde radica su singularidad y novedad, la de constituir a nivel hispánico y con peculiaridades personales, una versión tardía, rezagada del movimiento irracionalista filosófico- natural que tuvo una enorme clientela entre la clase médica en el sur de Alemania a comienzos del siglo XIX. En resumen, una minuciosa comparación de los métodos y supuestos de la obra médico-filosófica de Matías Nieto y Serrano con el movimiento de la Naturphilosophie alemana no deja duda alguna sobre su parentesco espiritual. De forma estrictamente personal, y con matices peculiares, Nieto y Serrano es sin duda uno de los más significativos representantes de la medicina romántica en España, aspecto que hasta la actualidad, y hecha excepción de las presentes aportaciones, no había sido detectado desde ningún ángulo por la crítica historiográfica.
Fue nombrado senador por la Real Academia de Medicina en 1886, coincidiendo con la primera legislatura de la regencia de María Cristina de Austria, cargo político que repitió durante la legislatura de 1891-1893. El 13 de febrero de este último año, la Regente, en reconocimiento de su labor, le concedió la merced de marqués de Guadalerzas. Le sucedió en esta merced su hijo Emilio Nieto Pérez, fruto de su matrimonio con Josefa Pérez Ruiz.
con F. Méndez Álvaro, Elementos del arte de los apósitos en la descripción completa de todos y demás piezas de apósito, conocidos hasta el día, Madrid, 1837 (2.ª ed., 1847); “Necesidad de perfeccionar el lenguaje médico”; “Cuestiones que suscita el estudio de la electricidad aplicada a la terapéutica. Conflicto de la acción eléctrica con la acción vital”, en El Siglo Médico, (ESM), I, n.º 28, (9 de julio de 1854), págs. 217-218; “Filosofía médica. Sobre la actividad de los cuerpos. Contestación al señor Salgado”, en ESM, I, n.º 34 (27 de agosto de 1854), págs. 269-270; “Tendencia de la Medicina contemporánea”, en ESM, II, n.º 58 (11 de febrero de 1855; “¿Hasta qué punto sirve para dirigir la acción terapéutica la consideración de su semejanza con la patología?”, en ESM, II, n.º 68 (22 de abril de 1855), págs. 121-123; “De la naturaleza medicatriz”, en ESM, II, n.º 75 (10 de mayo de 1855), págs. 177-179; “Discurso”, en Defensa de Hipócrates, de las Escuelas Hipocráticas y del vitalismo hecha en la Real Academia de Medicina de Madrid, Madrid, 1859, págs. 319-341; Ensayo de Medicina general o sea de Filosofía Médica, Madrid, 1860; Discursos pronunciados en la inauguración de las sesiones de la Real Academia de Medicina y Cirugía, Madrid, 1861; “Quién ha de matar la homeopatía”, en ESM, VIII, n.º 408 (27 de octubre de 1861), págs. 673-675; “La filosofía y el método experimental en sus relaciones con la homeopatía”, en ESM, VIII, n.º 412, 24 de noviembre de 1861), págs. 785-789; Resumen de las Actas de la Academia de Medicina, Madrid, 1869; La libertad moral, réplica a un libro del Sr. Dr. D. Pedro Mata [...] otra respuesta al mismo libro por [...] Joaquín Quintana, Madrid, 1869; Elementos de Patología General, Madrid, 1869; “Fundamentos filosóficos de la Medicina”, en ESM, XVII, n.º 849 (3 de abril de 1870), págs. 209-211; n.º 850 (10 de abril de 1870), págs. 225-228; n.º 851 (17 de abril de 1870), págs. 241-244; “De la unidad y de los elementos morbosos”, en ESM, XVII; “La razón y la locura”, en ESM, XXIX, n.º 1463 (8 de enero de 1882), págs. 18-19; “El monismo de Alemania, Haeckel”, en ESM, XXIX, n.º 1468 (12 de noviembre de 1882), págs. 97- 101; n.º 1471 (5 de marzo de 1882), págs.: 146-148; n.º 1476 (9 de abril de 1882), págs. 229-231; “La terminología en la clínica médica”, en ESM, XXIX, n.º 1484 (14 de mayo de 1882), págs. 312-313; n.º 1487 (25 de junio de 1882), págs. 406-408; n.º 1489, 1882; “La Biología y la Filosofía”, en ESM, XXIX, n.º 1501 (1 de octubre de 1882), págs. 630-633; “Libertad y determinismo”, en ESM, XXIX, n.º 1511 (10 de diciembre de 1882), págs. 791-794; “De cómo los órganos desempeñan las funciones”, en ESM, XXX, n.º 1518 (28 de enero de 1883), págs. 50-53; “Problemas de la vida ante la filosofía y la ciencia”, en ESM, XXX, n.º 1525 (18 de marzo de 1883), págs. 162-164; n.º 1527 (1 de abril de 1883), págs. 194-197; “Curso de patología general basada en el principio individualista o unitarios, por D. José de Letamendi”, en ESM, XXX, n.º 1529 (15 de abril de 1883), págs. 232-233; “El progreso médico contemporáneo”, en ESM, n.º 1534 (20 de mayo de 1883), págs. 305-307; “Más sobre la fórmula de la vida”, en ESM, XXX, n.º 1544 (29 de agosto de 1883), págs. 239-232; n.º 1449 (2 de septiembre de 1883), págs. 545-547; Filosofía de la naturaleza, Madrid, Imprenta de Enrique Teodoro, 1884; Consideraciones sobre diversas categorías de fuerzas, Madrid, Imprenta de Enrique Teodoro, 1886; “¿Existen relaciones positivas entre las fuerzas físicas y las llamadas fuerzas psíquicas?”, en ESM, XXXIII, n.º 1700 (25 de julio de 1886), págs. 466-469; n.º 1702 (8 de agosto de 1886), págs. 498-500; n.º 1704 (22 de agosto de 1886), págs. 530- 533; n.º 1706 (5 de abril de 1886), págs. 562-563; n.º 1707 (12 de septiembre de 1886), págs. 579-582; n.º 1708 (19 de septiembre de 1886), págs. 595-598; “Aplicación del análisis matemático en las ciencias naturales”, en ESM, XXXIV, n.º 1728 (6 de febrero de 1887), págs. 83-84; n.º 1729 (13 de febrero de 1887), págs. 99-101; n.º 1731 (27 de febrero de 1887), págs. 129-131; n.º 1732 (6 de marzo de 1887), págs. 147-149; n.º 1735 (13 de marzo de 1887), págs. 162- 165; “¿No hay espontaneidad en la vida ni por consiguiente en la enfermedad?”, en ESM, XXXIV; n.º 1742 (15 de mayo de 1887), págs. 307-309; n.º 1571 (17 de julio de 1887), págs. 449-451; “Concepto de patología general”, en ESM, XXXIV, n.º 1753 (31 de julio de 1887), págs. 183-18; “La ciencia y el arte”, en ESM, XXXIV, n.º 1754 (7 de agosto de 1887), págs. 498-499; Biografía del Excmo. e Ilmo. Sr. Francisco Méndez Alvaro, Madrid, 1888; “Relaciones entre las fuerzas”, en ESM, XXXV, n.º 1768 (18 de marzo de 1888), págs. 179- 181; n.º 1787 (25 de marzo de 1888), págs. 194-198; “Algo sobre etiología morbosa”, en ESM, XXXV, n.º 1810 (2 de septiembre de 1888), págs. 561-563; n.º 1816 (14 de octubre de 1888), págs. 658-660; “Algo sobre funciones inorgánicas”, en ESM, XXXVI, n.º 1826 (13 de enero de 1889, págs. 20-22; “El determinismo en las ciencias”, en ESM, XXXV, n.º 1826 (23 de diciembre de 1888), págs. 817-819; “La antropología y el derecho penal”, en ESM, XXXVI, n.º 1841 (7 de abril de 1889), págs. 210-214; n.º 1842 (14 de abril de 1889), págs. 225-229; “Curso de patología general por D. José de Letamendia”, en ESM, XXXVI, n.º 1845 (5 de mayo de 1889), págs. 280-281; “Localización de las funciones orgánicas sanas y morbosas”, en ESM, XXXVI, n.º 1855 (14 de julio de 1889), págs. 434-436; n.º 1857 (28 de julio de 1889), págs. 465-467; n.º 1858 (4 de agosto de 1889), págs. 482-486; Biología del pensamiento, Madrid, Estab. Tip. de Enrique Teodoro, 1891; “Delirio de la duda”, en ESM, XXXVIII, n.º 1933 (11 de enero de 1891), págs. 18-21; “Delirio del tacto”, en ESM, XXXVIII, n.º 1934 (18 de enero de 1891), págs. 34-36; “La filosofía en la mano”, en ESM, XXXVIII, n.º 1939 (22 de febrero de 1891), págs. 113-117; “Biología del pensamiento”, en ESM, XXXIX, n.º 1987, 24 de enero de 1892), págs. 49-51; Simbolismo geométrico de la vida, Madrid, 1894; “Curso de clínica general, por D. José de Letamendi”, en ESM, XLI, n.º 2109 (27 de mayo de 1894), págs. 321-322; “El estado actual de la ciencia”, en ESM, XLII, n.º 2167 (7 de julio de 1894), págs. 417-419; “Diccionario filosófico”, en ESM, XLII, n.º 2171 (4 de agosto de 1895, págs. 486-489; “La filosofía de Kant y la ciencia viviente”, en ESM, XLIII, n.º 2207 (12 de abril de 1896), págs. 226-227; “Diccionario filosófico”, en ESM, XLIII, n.º 2210 (3 de mayo de 1896), págs. 274-275; n.º 2218 (28 de junio de 1896), págs. 402-403; n.º 2219 (5 de julio de 1896), págs. 418; n.º 2224 (9 de agosto de 1896), págs. 497-499; n.º 2226 (23 de agosto de 1896), págs. 529- 531; n.º 2231 (27 de septiembre de 1896), págs. 610-613; n.º 2233 (11 de octubre de 1896), págs. 641-643; n.º 2243 (20 de diciembre de 1896), págs. 802-803; “Al Sr. D. José de Letamendi”, en ESM, XLIII, n.º 2237 (8 de noviembre de 1896), págs. 705-706; n.º 2238 (15 de noviembre de 1896), págs. 722-725; n.º 2239 (22 de noviembre de 1896), págs. 736-737; “Más sobre el concepto de la vida”, en ESM, XLIV, n.º 2237 (14 de enero de 1897), págs. 98-100; n.º 2252 (21 de febrero de 1897), págs. 111-118; “El método”, en ESM, XLIV, 2253 (28 de febrero de 1897), págs. 130-131; Historia crítica de los sistemas filosóficos, Madrid, Imprenta de Enrique Teodoro y Alonso, 1897-1898; Discurso sobre la especialidad filosófica, Madrid, Estab. Tip. de Enrique Teodoro, 1898; “Sistemas médicos del segundo período griego”, en ESM, XLVI, n.º 2356 (19 de febrero de 1899, págs. 114-117; n.º 2357 (26 de febrero de 1899, págs. 130-133; “Ciencia y fe”, en ESM, XLIV, n.º 2259 (11 de abril de 1897), págs. 226- 231; “Aplicaciones de la filosofía a la medicina”, en ESM, XLVI, n.º 2376 (9 de julio de 1899; n.º 2377 (16 de julio de 1899, págs. 450-455; “La práctica y la teoría”, en ESM, XLIV, n.º 2281 (12 de septiembre de 1897), págs. 578-580; n.º 2281 (19 de septiembre de 1897), págs. 593-596; “Sócrates”, en ESM, XLV, n.º 2306 (6 de marzo de 1898), págs. 149-151; n.º 2307 (13 de marzo de 1898), págs. 225-228; “Aristóteles”, en ESM, XLV, n.º 2310 (3 de abril de 1898), págs. 210-211; n.º 2311 (10 de abril de 1898), págs. 225-228; “Cínicos, cirenaicos”, en Filosofía y fisiología comparadas en su historia en el criterio de la ciencia viviente. Conferencias, Madrid, Estab. Tip. de Enrique Teodoro, 1899-1900, 3 vols.; Vejeces, recuerdos autobiográficos, Madrid, Estab. 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