Materia
Autor

Tomado de José María Cardesín en el Diccionario de la Real Academia de la Historia

Antonio, Monedero Martín. Dueñas (Palencia), 26.IX.1872 – 23.X.1940. Propagandista y organizador de los sindicatos católicos agrarios.

Biografía

Antonio Monedero nació en el pueblo de Dueñas, de donde era natural su madre, Dolores Martín Gil y Cachurro, hija de un importante industrial. Su padre, Juan Monedero y Monedero, natural de Cevico de la Torre, donde había nacido el 15 de abril de 1829, era un gran propietario de la provincia de Palencia, vinculado a la Liga Agraria que presidía su hermano Joaquín. Juan Monedero, licenciado en Derecho, disfrutaba de la amistad de Cánovas del Castillo y había hecho carrera política en el Partido Conservador, siendo proclamado diputado por Palencia en 1876 y senador en 1884.

Residiendo la familia en Palencia, Antonio Monedero estudió interno los dos primeros años del bachillerato en el colegio San José de los jesuitas de Valladolid (1884-1886), una experiencia que puso las bases de su religiosidad. Continuó el bachillerato en Palencia y retornó a Valladolid para realizar los estudios de Derecho, que culminó en el título de doctor.

Habiendo fallecido su padre en Valladolid el 16 de julio de 1891, a la muerte en 1908 de su tía Edúvigis Sanz de Sedano y Monedero, III vizcondesa de Villandrando, le correspondía a Antonio Monedero Martín suceder en esta merced, pero quizá por su sentido de la vida pública y sus preocupaciones de calado social, entregado de lleno a la promoción del asociacionismo campesino, no mostró interés en entrar en la posesión de dicho título nobiliario, permitiendo así que derivaran sus derechos hacia su hermano Santiago Monedero Martín (1875-1940), para quien se expidió Real Carta de Sucesión el 22 de diciembre de 1915 y a quien se le confirmó como tal después de un pleito sucesorio. Casó Antonio Monedero Martín con María Magdalena Schlesser Charón, natural de Hettange-Grande (Lorena, Francia), con la que tuvo dos hijas, María Dolores y Ana. La primera de ellas fue la V vizcondesa de Villandrando.

En los años que preceden a 1908 aparece como rico propietario rural —“labrador y ganadero”, como gustó siempre de identificarse a sí mismo— interesado en los principios modernos de gestión. Viajó por Suiza, Alemania, Bélgica, Inglaterra y Francia, y pudo así tomar nota de las novedades que estaban dinamizando las agriculturas de todos estos países, desde la introducción de nuevas tecnologías y principios de gestión hasta los progresos del movimiento cooperativo y asociativo. En sus tierras de Dueñas, pueblo de la Tierra de Campos regado por el Canal de Castilla, tuvo la posibilidad de empezar a aplicar algunas de estas ideas. Realizó experimentos para mejorar las razas de carne del país cruzándolas con otras extranjeras.

Entre 1904 y 1907 publicó una serie de escritos didácticos, como Las razas de carne, Vulgarización de la ciencia agrícola moderna y A los agricultores de Dueñas.

Ejemplos y enseñanzas agrícolas. Fue dueño de una fábrica de harinas y tuvo la solvencia económica para contraer un crédito bancario por valor de 250.000 pesetas, con el fin de explotar un salto de agua para producir electricidad.

Su perspectiva se amplió conforme tomó conciencia de los problemas que asolaban al campo español: atraso técnico, usura, proletarización, paro, hambre y analfabetismo. Una perspectiva, cercana al regeneracionismo, que se enriqueció con una sólida fe religiosa que le acercó muy pronto al catolicismo social.

En 1909 constituyó en su finca El Aguachal de Dueñas una cooperativa de consumo y caja de ahorros, de socorros mutuos y de vejez integrada por obreros de sus heredades y fábricas.

En 1891, la encíclica De Rerum Novarum del papa León XIII animaba a los católicos a implicarse en política y en organizaciones preocupadas por la “cuestión social”, compitiendo con el asociacionismo de clase.

En Palencia el episcopado de Enrique Almaraz (1892- 1907) se caracterizó por una activa labor de organización de círculos católicos. Durante sus estudios en Valladolid, Monedero pudo recibir la influencia de la labor del padre Francisco Colina, director de la Congregación Mariana Universitaria, fundador de las escuelas y círculo de obreros. En 1912 la dirección de las obras sociales de la diócesis pasó a ser ejercida por el padre jesuita Sisinio Nevares, llamado a convertirse en el más activo colaborador de Monedero en tareas propagandísticas.

En enero de 1906 se había publicado la Ley de Sindicatos Agrícolas, que reconocía la pujanza de un movimiento asociativo de tintes cooperativistas que se difundía por toda España. En mayo del mismo año se celebró la asamblea de corporaciones católicas del Norte de España, en la que el jesuita padre Vicent se pronunció por la conversión de los círculos católicos obreros en sindicatos, con el objetivo de atraerse a los pequeños propietarios rurales, y por la federación de estos sindicatos. Para esta causa vino a ganarse al propio Monedero, con el que contactó en 1908.

En 1911 Monedero fundó en Dueñas la Asociación Católico Patronal Obrera La Unión. Entre 1912 y 1919, en la compañía del padre Nevares, se convirtió en motor de la sindicación católica agraria castellana y española. En mayo de 1912 fundó la Federación de la Provincia de Palencia, que agrupó a cincuenta y cuatro sindicatos y que le nombró presidente. En 1913 arrendó sus fincas y se dedicó de lleno a las tareas propagandísticas.

En abril de 1914, constituyó una Unión de Federaciones de Castilla y León, que se reafirmó en noviembre de 1915 en Valladolid como la Confederación Católica Agraria de Castilla la Vieja y León, agrupando a ocho federaciones. También ocupó aquí el cargo de presidente, como lo haría en la Confederación Nacional Católico-Agraria (CNCA), que fundó en abril de 1917 en Madrid, agrupando ya a veinte federaciones. Organizó la labor de estos sindicatos sobre la actividad cooperativista: adquisición de aperos, máquinas y ejemplares reproductores; de abonos, plantas y semillas; venta, elaboración y mejora de productos agrícolas y ganaderos; promover la roturación de tierras incultas; buscar remedios a las plagas del campo; y organizar instituciones de mutualidad y seguro. En suma, se trató de paliar en la agricultura los efectos del desarrollo capitalista, mejorando las condiciones en que pequeños y grandes propietarios se enfrentaban al mercado.

Monedero tomó del catolicismo social novedosas formas de movilización y formación de opinión como el mitin y la prensa diaria. Sus mítines, pretexto para fundar sindicatos locales, se organizaron en campañas muy bien preparadas, engarzando los actos puntuales en recorridos regionales mayores. En 1912 aún se ceñían a tierras de Palencia, en los dos años siguientes se extendieron por Valladolid y otras provincias castellanas, en 1915 tuvo lugar la primera campaña en tierras gallegas, y un año más tarde en Andalucía, en 1918 se desplazó por primera vez a Cataluña. Las visitas se organizaban meticulosamente, previo envío de cartas de presentación a los párrocos. En los pueblos fueron recibidos con palio, cohetes, bandas musicales, tañido de campanas... En unas áreas rurales escasamente letradas dirigirse de viva voz al público dio su fruto.

Tampoco se desdeñó recurrir a las nuevas tecnologías del momento: la linterna mágica y, más tarde, el cinematógrafo acompañaron a los conferenciantes en sus desplazamientos.

Junto al mitin, se recurrió a la prensa y las publicaciones periódicas. Concienzudo organizador, formador de propagandistas que multiplicaban su labor, Monedero no cesó de publicar textos en que explicaba de manera didáctica las complejas tareas organizativas: Orientación e indicaciones para la formación de sindicatos agrícolas (1912); El agricultor y el obrero en el Sindicato agrícola (1913); La Sindicación Católico Agraria (1917)..., así como cientos de conferencias y artículos de prensa, que luego recopiló en libros como El crédito del pobre (1918) o Por Dios y por los humildes (1919). Además, las campañas se narraron en crónicas llenas de vida que se publicaron en la prensa y más tarde se editaron en libros como Siete años de propaganda (1921).

El apoyo de la jerarquía católica, que puso a su servicio la red de parroquias rurales y de medios de comunicación que controlaba vino a ser decisiva. Su amigo Ángel Herrera Oria, director del diario católico El Debate, le prestó el periódico para narrar puntualmente sus campañas y otorgarle la debida tribuna. El mismo Ángel Herrera había organizado el 5 de mayo de 1912 el mitin católico-agrario en la plaza de toros de Palencia, que sirvió de plataforma de lanzamiento a la fundación de la federación provincial, y de él provenían muchas de las cartas que pedían el apoyo de los párrocos a la hora de preparar las giras propagandísticas. La coyuntura lo merecía. En España por aquellos años se agudizaba la crisis del sistema parlamentario, que alcanzó un punto álgido en 1917 con las Juntas de Defensa Militares y la Asamblea de Parlamentarios. Ante la crisis del sistema de control del voto por parte de los dos partidos dinásticos, los católico-sociales parecían la única alternativa de orden que se erigía ante la expansión de republicanos y socialistas, capaces además de combatirlos con armas similares.

Entre tanto crecía la conflictividad social en el campo, sobre todo en las zonas de gran propiedad. Los años de 1918 a 1920 vinieron a ser los de las renombradas “agitaciones campesinas andaluzas”. Fue precisamente en 1916, en su primera campaña andaluza, cuando Monedero desbordó aquellos objetivos productivistas derivándolos hacia una profunda preocupación social.

Aquí, argumentaba, “los socialistas se nos han adelantado”.

Problemas sociales demandaban soluciones sociales: los propietarios debían construir para los jornaleros viviendas económicas en los cortijos, cederles en venta o arrendamiento huertos que les permitieran completar sus jornales... quizás fuera necesario establecer sindicatos sólo para los obreros agrícolas. En último término, estas preocupaciones sociales que desde tiempo atrás albergaba se inscribían en un objetivo mayor de reforma moral. De manera excesivamente optimista argumentaba en 1918 en El Debate que, como consecuencia de la acción católica que iba unida a la labor sindical, “la usura va desapareciendo en los pueblos; la blasfemia, la embriaguez y el juego la siguen [...] la emigración se contiene, el respeto a la propiedad y a las personas se extiende [...] el orden reina, porque todos tienen lo que desean; la lucha de clases ha desaparecido ya por completo en muchos pueblos [...] la tierra se labra mejor y produce más”.

En 1919 trasladó su residencia a Madrid y fue nombrado director general de Agricultura, Minas y Montes del Ministerio de Fomento, primero en el Gobierno presidido por Antonio Maura (entre abril y julio) y después, hasta septiembre, en el gabinete presidido por Sánchez Toca. Para Maura preparó su anteproyecto de ley agraria, que planteaba un programa moderadamente reformista pensado a partir de la experiencia andaluza, y que establecía la expropiación de fincas abandonadas y mal gestionadas y favorecía los repartos de baldíos. Pero 1919 fue también año álgido de movilizaciones campesinas en Andalucía, reprimidas mediante el recurso al Ejército y el cierre de las sociedades de resistencia. En septiembre Monedero dimitió del cargo para volver a dedicarse en exclusiva a la presidencia de la CNCA. El 12 de octubre, “Día de la Raza”, al frente de la junta directiva consagró la CNCA al Sagrado Corazón de Jesús ante el sepulcro de san Isidro en Madrid. Dos días más tarde el acto se repitió, esta vez ante el monumento del Cerro de los Ángeles, rememorando aquel otro acto en que meses atrás España fuera consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, en una ceremonia presidida por el rey Alfonso XIII y por Antonio Maura al frente de su gabinete.

En los dos años que siguieron publicó tres de sus libros más significativos: Siete años de propaganda; La Confederación Nacional Católico-Agraria en 1920; y Principios básicos de la Confederación Nacional Católico- Agraria. Entre tanto, su presidencia comenzó a ser discutida. Problemas de gestión se enlazaron con las deudas contraídas por sindicatos y federaciones, que al calor de la coyuntura favorable de la guerra se habían embarcado en programas de inversiones difícilmente amortizables. Crecieron las voces que pretendían limitar la actuación de la organización a objetivos productivistas y que tachaban a su presidente de “integrista social”. Frente al programa de Monedero de creación de pequeños propietarios —“Salvar al país, defendiendo de la revolución a los campesinos”—, ganaron peso los que pretendían convertir a la CNCA en instrumento de presión de los grandes propietarios. La jerarquía eclesiástica le retiró su apoyo, y finalmente en la Asamblea de noviembre de 1921 fue forzado a dimitir. La experiencia lo dejó marcado por una profunda frustración.

Dos años más tarde se proclamó la dictadura del general Primo de Rivera con la adhesión del consejo directivo de la CNCA, mientras los miembros de la organización pasaban a detentar puestos en gobiernos civiles, diputaciones y ayuntamientos. Mientras tanto, Ángel Herrera, desde la dirección de El Debate, promovía activamente la fundación de un Partido Nacional Católico. Monedero seguía su propio camino, y dos meses después del golpe de estado fundó la Liga Nacional de Campesinos. Intentando aprender de errores previos, la Liga se centró en los pequeños y medianos campesinos, y secundariamente en arrendatarios y jornaleros, los nuevos sindicatos se federaban directamente a la organización nacional, y Monedero se aseguraba el cargo de presidente vitalicio.

En calidad de tal, fue uno de los cinco representantes nombrados por Palencia para asistir a la Asamblea Nacional. Aunque previamente al golpe de estado había expresado su apoyo a un estado de excepción que restaurara el orden, ahora en la Asamblea mostró su oposición a la política agraria de la dictadura.

En 1931 manifestó su lealtad al nuevo régimen republicano y se presentó a las elecciones constituyentes en Palencia, como candidato del Bloque Campesino de Pequeños y Medianos Propietarios. No salió elegido, relegado tras dos diputados que participarían más adelante en la constitución de la nueva Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA).

En 1936, manifestó su apoyo a la sublevación militar y dos años más tarde el Gobierno de Burgos lo nombró vocal del Comité de Enlace de la Obra Nacional Corporativa, para impulsar y relacionar las organizaciones agrarias existentes. En calidad de tal, un año más tarde, propuso la fusión de la CNCA y su Liga Nacional de Campesinos. Sin embargo, la Ley de Unidad Sindical de enero de 1940 no vino a confirmar sus esperanzas.

Meses más tarde falleció en su casa de Dueñas. Contaba en su haber con dos condecoraciones a las que manifestaba gran aprecio: la Gran Cruz del Mérito Agrícola y —por sus obras caritativas— la Gran Cruz de Beneficencia.

Obra

Las razas de carne, Madrid, Imprenta Ibérica, 1904; Vulgarización de la ciencia agrícola moderna, Madrid, Antonio Marzo, 1906; A los agricultores de Dueñas. Ejemplos y enseñanzas agrícolas, Madrid, Antonio Marzo, 1907; Institución Agrícola, Social y Benéfica de Don Antonio Monedero Martín en Dueñas (Palencia), Madrid, 1908; El obrero regenerado, Palencia, Gutiérrez, Liter y Herrero, 1912; Orientación e indicaciones para la formación de sindicatos agrícolas, Palencia, 1912; El agricultor y el obrero en el Sindicato agrícola, por Antonio Monedero, agricultor en Dueñas (Palencia), Valladolid, 1913; Estado general de la Provincia de Palencia en el año 1914 y medios de fomentar su riqueza, por Antonio Monedero Martín, Consejero Provincial de Fomento de la Provincia de Palencia, Palencia, 1915; Organización agrícola y social de las grandes propiedades. Conferencia dada a los propietarios de Antequera (Málaga) el día 2 de abril de 1916, Palencia, 1916; La Sindicación Católico Agraria. Conferencia dada en Madrid el día 18 de abril de 1917 en la Real Academia de Jurisprudencia, Valladolid, 1917; El crédito del pobre. Algunos datos para el estudio de la ayuda al obrero del campo por medio de la acción social católico agraria. Artículos publicados en el Semanario ‘El Social’ de Barcelona, Palencia, 1918; Anteproyecto de ley agraria. Patrimonio familiar, Madrid, Vicente Rico, 1919; Por Dios y por los humildes. Colección de folletos, conferencias y artículos de vulgarización, Madrid, Vicente Rico, 1920; La Confederación Nacional Católico Agraria en 1920. Su espíritu. Su organización. Su porvenir, Madrid, Vicente Rico, 1921; Siete años de propaganda (Crónicas de ‘Juan Hidalgo’), Madrid, Imprenta Marqués de Urquijo, 1921 (reed. Palencia, Diputación Provincial, 2003); Proposición de Estatutos y Reglamentos modificados y coordinados para la mejor actuación de la Confederación Nacional Católico- Agraria, según las primeras manifestaciones de Federaciones, Sindicatos y particulares previamente consultados, precedida de unas consideraciones aclaratorias de la Presidencia, Madrid, Vicente Rico, 1921; Los principios básicos de la CNCA, Madrid, 1922; El problema de la tierra. Aspecto fiscal. Mortificaciones en el régimen fiscal en relación con la capacidad contributiva del pequeño y el grande propietario rural por Antonio Monedero, presidente de la Liga Nacional de Campesinos, Madrid, Antonio Marzo, 1928; Dueñas por un botijero, 1944.

Bibliografía

“Monedero Martín, Antonio”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, t. XXXVI, Madrid, Espasa Calpe, 1918, pág. 125; Biografía de don Antonio Monedero, Madrid, 1936; A. Herrero Herrero, Sindicalismo católicoagrario en España, Madrid, Artes Gráficas Iberoamericanas, 1975; J. Cuesta, Sindicalismo católico agrario en España, Madrid, Narcea, 1978; J. J. Castillo, Propietarios muy pobres. Sobre la subordinación política del pequeño campesino en España (La Confederación nacional Católica Agraria, 1917-1942), Madrid, Ministerio de Agricultura, 1979; C. de la Viña Guzmán, “Los sindicatos católicos agrarios castellanos” y “La Confederación Nacional Católica Agraria”, en E. López Castellón, Historia de Castilla y León, t. IX, Madrid, Reno, 1986, págs. 333-344; B. Herrero Puyuelo, “Antonio Monedero”, en Diccionario de palentinos ilustres, Palencia, Institución Tello Téllez de Meneses, 1988, págs. 208-210; M. Revuelta González, “Antonio Monedero, propagandista de los sindicatos agrícolas”, en A. Monedero, Siete años de propaganda (crónicas de Juan Hidalgo), op. cit., págs. I-XL; P. M. Barreda Marcos, “El Asilo Escuela de San Joaquín y de santa Eduvigis, fundación de la Vizcondesa de Villandrando”, en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses (Palencia), n.º 74 (2003), págs. 169-219; P. M. Barreda Marcos, “La sorprendente vida del Vizconde de Villandrado”, en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses (Palencia), n.º 78 (2007), págs. 141-163.