Lantada Guerra, Mariano

Brilló especialmente en la escultura a pesar de que fue discípulo de Federico de Madrazo pero asistiendo, en calidad de alumno, a la Escuela Municipal de Pintura, destacó en escultura, obteniendo sendos premios en 1878 y 1880. Fracasó en cambio en sus intentos de obtener plaza de pensionado en Roma, ni en 1879 ni en  1883. La obra Narciso que realizó en el 79, la regaló al pintor Sabino Ojero de Romarate. De la otra obra realizada, Las tres Marías en el sepulcro, se ignora su paradero. En 1883 realizó Apolo y Marsias y San Juan predicando en el desierto.

En el intervalo de ambos intentos, en 1881, había presentado a la Exposición Nacional un Retrato de una niña y el Proyecto de un retablo con el dogma de la Inmaculada Concepción y a la exposición permanente de artistas de Madrid, una escultura de La Magdalena y dos cuadritos.

Con una pensión de la Diputación de Palencia marchó a Roma, desde donde en 1884 solicita a dicha institución una prórroga que vuelve a repetirse en 1888, acompañadas de las preceptivas obras. Entre ellas un lienzo copia de Miguel Ángel y un yeso, a tamaño natural, que representaba la Provincia de Palencia en actitud protectora. Esta imagen fue muy bien recibida por los medios de comunicación de la provincia por lo que fue expuesta en la plaza mayor, colocada en una esbelta columna y luego reproducida en medio del grupo que culmina la fachada del edificio de la Diputación, desde su inauguración en 1914.

En la década de 1890 se establece en Palencia, primero como docente de la Escuela de la Propaganda Católica (1894) y posteriormente de la Escuela Municipal de Dibujo de la que llegó a ser director a la muerte de Zenón Herrero (1903) y para desasosiego del Ayuntamiento, al que no cesó exigir la retribución que consideraba justa para compensar su trabajo en ese puesto en un centro que había servido de lanzamiento a Casado del Alisal,  Dióscoro Puebla, Martínez del Rincón, Eugenio Oliva, Asterio Mañanós, … En esa década había contraído matrimonio con Nazaria Buey, natural de Herrera de Pisuerga donde nacerá su hijo Jesús, también escultor, y  llevará a cabo la decoración de la ermita de la Piedad (1902-1904).

Antes habrá de atender el encargo del obispo Enrique Almaraz de pintar la capilla interior del Palacio Episcopal (1899-1901), presidida por una copia de la transverberación de Santa Teresa de Jesús de Bernini acompañada de una imagen de San Antolín, patrono de la diócesis a la derecha y de Santo Tomás de Aquino a la izquierda. En los muros quedan representadas las órdenes religiosas con mayor presencia en la ciudad: dominicos y franciscanos, además de la Santísima Trinidad y la Virgen del Rosario. Todo ello es una  buena  muestra de eclecticismo representativo del trabajo de Lantada y que servirá para diseñar la obra en la citada ermita de Herrera. En ambas se emplean toda clase de elementos neoplaterescos, lunetos y columnas abalaustradas en las que se emplean tonos dorados y rojizos con efectos que aportan luminosidad y calidez.

Realizó otros trabajos para la diócesis entre los que destacan las restauraciones de la fachada de la iglesia de las Claras y La Soledad de Carrión de los Condes. Entre 1904 y 1905 restauró tres conjuntos escultóricos de la cofradía de los Nazarenos, obra sufragada por cuestación popular.

Sin abandonar del todo sus tareas docentes en Palencia, se trasladó a vivir con su familia a Madrid en 1910 donde falleció en accidente laboral ocurrido en una de las obras realizadas en la capital, en 1923.